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Sobre la relación entre el diseñador gráfico, el tipógrafo y el diseñador de tipografías*

¿Qué es tipografía? Todavía hoy muchos usuarios piensan que la tipografía es un campo integrado dentro del diseño gráfico, cuando en realidad son campos diferenciados que se solapan. Algunas de las definiciones más comunes y válidas del término “tipografía”, que podemos encontrar hoy en día es la que define tipografía como “la representación gráfica del lenguaje” y que surge de la siguiente reflexión: el lenguaje se representa con la escritura, que responde a unos códigos comprensibles para todos. La escritura puede ser reproducida manualmente (como es el caso en la caligrafía y la rotulación) o mecánicamente (tipografía, del griego τύπος típos, golpe o huella, y γράφω gráfο, escribir), por consecuencia la tipografía es una representación gráfica del lenguaje.

Bien, ahora que ya sabemos qué es la tipografía, parece lógico diferenciarla del diseño gráfico: si el lenguaje es la materia prima del diseño y su representación es la tipografía, ésta es imprescindible para el diseño y no una parte de la disciplina.

La tipografía ha evolucionado desde el grabado de los punzones y moldes, con los que se formaban los tipos de metal, hasta la tipografía digital, donde los ordenadores nos permiten relacionarnos con ella de cualquier manera, desde el diseño de los tipos de letra (tarea desempeñada por diseñador de tipografías) hasta la composición de un libro (tarea del tipógrafo). Corresponde al diseñador gráfico el saber diferenciar esos roles y hacer uso de ellos en su trabajo, bien especializándose o recurriendo a los especialistas.

Hay múltiples aspectos a tener en cuenta en el uso de la tipografía, por ejemplo: la manera de leer, pues no es lo mismo leer un cartel en la calle que una revista en un ipad en un sofá. En ambos casos el diseñador tiene que haber planificado previamente los pasos que le llevarán del problema a la solución, dando prioridad a la comunicación y no solo respondiendo a una cualidad formal o de gusto. Aspectos como la inteligibilidad o facilidad para leer (en referencia a la comprensión de los caracteres) y la legibilidad (llamar la atención sobre la tipografía con el fin de crear el deseo de leer) son imprescindibles y todo diseñador gráfico ha de saber que no todo se reduce al tamaño y el tipo de letra que escogemos, aunque también es importante.

Idealmente, la colaboración entre diseñador (tipo)gráfico y el de tipografías debería ser algo habitual en los procesos de trabajo, entender que factores técnicos como la resolución de las pantallas o el método de impresión pueden condicionar la reproducción de las letras; o qué se necesita saber para escoger la tipografía más versátil y adecuada para todas las aplicaciones de una identidad; o cuáles son los caracteres incluidos en cada fuente tipográfica, o cómo usar adecuadamente los signos de puntuación, son ejemplos de ese intercambio.

El diseñador de tipos puede diseñar tipografías a medida que solucionan problemas, y si además se abre la puerta a las aportaciones personales, diferenciándolos de otros existentes, aportará identidad a los proyectos, constituyéndose en un valor añadido. Si tuviese que definir el trabajo del diseñador de tipos lo haría como una mezcla entre conocimiento, sensibilidad, artesanía y tecnología.

Si nos comparamos con otros países, la relevancia de la tipografía y la excelencia necesaria que deriva en un uso adecuado, no están suficientemente reconocidas entre los diseñadores gráficos, y es un problema que proviene de la insuficiente formación en las escuelas de diseño. De todos modos los alumnos son cada vez más conscientes de esas carencias y buscan sus propios modos de exploración, algunos desde la formación especializada y otros por la vía de la experimentación.

En cualquier caso, la profesión del tipógrafo y del diseñador de tipos están en expansión, en parte provocado por una demanda creciente de tipografías en los nuevos mercados emergentes, pero también por las necesidades que generan los nuevos modos de leer. Todo esto me lleva a pensar que en el futuro los diseñadores gráficos también dispondrán de muchos más recursos para la comunicación, y estará en sus manos el hacer un uso adecuado de los mismos, por lo tanto, el “futuro” será diferente, pero ¿mejor?, de los diseñadores depende.

*Laura Meseguer: Diseñadora

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